Siempre había dicho que yo era muy valiente y que cuando viajaba sola no le tenía miedo a nada, era como algo que me hacía sentir muy orgullosa de mi misma (debo de confesar que aún existe algo de eso) hace años decidí que conocería las nuevas maravillas del mundo y comencé con el Coliseo lo cual les contare en otra entrada, y después seguí con Machu Picchu y es de esta de las que les hablare.
Resulta que viaje yo muy feliz desde México hasta Machu Picchu, pero antes de continuar debo de contarles algo, como saben estudie Arquitectura y por mi profesión muchas veces he subido a edificios altos en construcción y sinceramente nunca sentí miedo ni vértigo ni nada por el estilo.

Cuando decidí ir a Machu Picchu lo primero que pensé era que tenía que subir a la montaña Wayna Picchu, así que fui rápidamente a comprar mi boleto que incluyera subir esa montaña, tome el segundo horario, por que levantarme temprano no es lo mío y estaba lista para partir.
Llegue a Machu Picchu, al pueblo y me hospede en el hostal, pase una noche y por la mañana me levante muy contenta y subí a desayunar, las muchachas del comedor me recomendaron llevar frutas y agua, tome el consejo de la fruta, pero como a mí el agua simplemente no me gusta tome mi mini botella de agua la llene de agua y asumí que con eso iba a tener.
Subí a las ruinas, hice el recorrido y estaba lista para ir a la fila para subir a la montaña, en este viaje fui sola por lo que me la pasé conviviendo con varios grupos de personas, subí con un grupo de mexicanas, pero a medio camino nos separamos y continué sola.
Existe un punto donde tienes que entrar por debajo de unas rocas y subir por una mini escalera de madera lo cual estuvo bastante decente, el problema comenzó cuando salí de estas escaleras, subí y lo único que veía era el vacío y una roca, sentí que la sangre se me fue hasta los talones.
Cuando subí me encontré con un grupo de mexicanos que me ayudaron a tomarme fotos, la verdad las fotos no reflejan, pero ni cerca el pavor que sentía mientras estaba allá arriba, al poco tiempo ese grupo se fue y llegaron dos montañistas de ecuador con las que me quede platicando y les tome algunas fotos, me recomendaron bajarme por un lugar, la verdad no les quiero hacer un relato enorme pero aquí es donde comienza todo mi sufrir.

Para empezar, moría de sed el agua se me acabo en los primeros cien metros, mientras me tomaba foto en el letrero de la montaña llego otro grupo de mexicanos y me donaron una botella de agua, en este momento yo estaba evitando a toda costa bajar.
Mientras me quedaba viendo al infinito y más allá llego el “cuidador” de la montaña a decirme que me tenía que bajar, debo de confesar que el señor no fue muy amable y yo moría de miedo, en ese momento yo acaba de adquirir una tarjeta de crédito con crédito ilimitado así que llegue a pensar una serie de barbaridades que podía pagar con esa tarjeta para que me bajaran de ahí.

Pensé ¿y si rento un helicóptero? ¿y si viene una grúa por mi? ¿y si me quedo a vivir aquí? Obviamente ninguna de estas opciones era real, volvió el señor “cuidador” y me saco de mi trance y me dijo, BAJESE, lo mire y le dije oiga tengo miedo deme unos minutos por favor, me comenzó a hacer preguntas tipo ¿Usted es casada? ¿tiene hijos? ¿Viene con alguien? Y mi respuesta a todas sus preguntas fue NO, a lo que el señor muy amoroso me dijo: ¡Ah! Entonces si usted se cae no pasa nada, lo miré fijamente y rápidamente me comencé a bajar las escaleras.
La única forma en la que pude bajar las escaleras fue sentada, termine con mi pobre pantalón todo sucio, pero eso si sana y salva, cuando llegue a un punto donde ya podía bajar caminando el señor cuidador y yo ya éramos amigos y hasta me cargo mi bolsa, recuerdo que llegue a un punto donde había grupos de personas y ahí me quede hasta que comenzó a llover y nos tuvimos que bajar de nuevo, pero la continuación de esto se los contare pronto …
Kauldy